En la época de los controvertidos años setentas, 1973 para ser exactos, existía una pelada llamada Cristina, que por cosas del destino la mandaron a estudiar a una estirada universidad en Boston, y digo cosas del destino porque que en esa época, que una señorita de clase alta se casara sin haber terminado la universidad y además de eso con un tipejo que tampoco era nadie, era algo inconcebible.
Todo paso de pronto, el avión, las maletas, la universidad, sin poderse despedir, no hubo forma de que pudiera decirle adiós a su amor. Sus papás lo habían arreglado todo en cuestión de días. Ella no tuvo más remedio que partir hacia una vida que no parecía prometer nada bueno.
La vida en esa universidad era algo que Cristina no podía soportar, el hecho de estar separada de Julián, esa persona que la sociedad no aceptaba pero que Cristina quería con toda su alma y fuera de eso, estar estudiando Sociología, algo realmente poco para ella.
Que dolor cuando se entero que había partido hacia Boston, engañada por su hermana quien le dijo que la había matriculado en Filosofía y no era cierto.
Las cosas no funcionaban muy bien, Cristina se sentía muy sola a pesar de que su compañera de cuarto era muy vacana, una Puertorriqueña con la que se entendía muy bien solo por el hecho de ser latinas, a veces intentaba comunicarse con Julián, pero nunca lo encontraba. Los días transcurrían entre clases, exámenes, conciertos de clásica, y muy pocas salidas. Cierto día, paso algo que Cristina no se esperaba, cuando subió a su dormitorio; abrió la puerta y se encontró a su amiga hablando con un personaje que no conocía. Maria se lo presentó, era un Filipino, sobrino de Marco, el dictador de Filipinas que si no me equivoco, aún sigue en el poder, a no ser que se halla muerto ya.
Este personaje, parecía tener un problema muy grave. María se había fracturado un pie y no podía acompañarlo a Colombia para irse detrás de la reina de su país, de la cual estaba perdidamente enamorado. El Filipino desesperado le pide a Cristina que si va con el, ya que no conocía nada de Colombia. Ella ni corta ni perezosa, dijo que si, que mejor guía que Cristina que era Colombiana? - Al diablo la universidad, al diablo mi hermana, al diablo todo, me voy a ver a Julián-, pensó ella.
Con la idea del viaje se emocionó tanto, que decidieron viajar de inmediato. Además, el Filipino le pagaba el pasaje.
Cristina decidió marcharse así no mas, no se sabe si por irresponsable o porque, el hecho es que vería a Julián, y le diría por fin que se casaría con el. Claro que dar este paso no era nada fácil, pero estaba más decidida que nunca.
Dicho y hecho, al cabo de unos días, Cristina tomo un avión rumbo a Colombia en compañía del Filipino, muerta del susto. Como no podía regresar a su casa tuvo que quedarse con el Filipino en el Hotel Tequendama en Bogotá, además ese era el trato que los dos habían hecho en Boston.
Durante unos cuatro días estuvieron tratando de que el tipo viera a la reina, pero fue imposible, esta no le paro ni cinco de bolas. El Filipino estaba deprimidísimo, entonces Cristina le propuso que se fueran unos días para Cali, que ella conocía muy bien la ciudad y que lo llevaría a pasear, además esperar mas tiempo a la reina era caso perdido, pues se iba para el otro día para Cartagena.
Lo convenció y se fueron los dos para Cali al día siguiente. Cuando llegaron al aeropuerto a toda carrera se subieron a un taxi para que no los viera nadie. Como Cali es una ciudad muy pequeña, había que ser muy cuidadoso, cualquier conocido podía verla.. Una vez en el hotel, Cristina aunque feliz, estaba asustadísima, por que si la llegaba a ver alguien, estaba perdida. Se registraron y subieron rápidamente a las habitaciones que quedaban contiguas, y que además, se unían por una puerta interna.
En esos días, pasearon por la ciudad, teniendo mucho cuidado que nadie los fuera a ver; Cristina, cada vez que tenía la oportunidad trataba de comunicarse con Julián, pero no lo conseguía.
La situación se estaba complicando un poco, por que el Filipino decidió que se iba para Cartagena y Cristina no pensaba acompañarlo. A pesar de tenerle mucha compasión al tipo y haberle tomado mucho cariño, sabía que no debía ir con el, lo que ella debía hacer era regresar a Boston, pero no se iría por ningún motivo sin ver a Julián.
Como a los tres días de estar llamando a Julián, y dejándole razones de todo tipo, apareció en el Hotel. Resulta que estaba en una rumba en la casa de Manolo Guzmán uno de sus amigos. Rumba que duro como cinco días, por consiguiente estaba completamente borracho y demás vainas. Cristina abrió la puerta y se le lanzo a saludarlo, pero inmediatamente se dio cuenta de su estado. El entro, y por casualidades de la vida, el pobre Filipino estaba en el cuarto de Cristina viendo tv. Al verlo, se echó para atrás desconcertado, y sin decir una sola palabra dio la vuelta y salió de la habitación en un estado de delirio y completa locura.
Cristina trató de explicarle, salió corriendo detrás de el pero no hubo poder humano que lo hiciera reaccionar, que cayera en cuenta que era solo un amigo y que lo único que le inspiraba era pesar, que había podido venir a Colombia gracias a el, que era un Filipino que se venía detrás de la reina, la mis Filipinas, pero quien se cree ese cuento? No, el creyó que Cristina había venido a Colombia con su amante.
En pocas palabras, ya tenemos, un compromiso roto, un corazón destrozado, y un pobre Filipino que por andar detrás de una reina, tuvo que pagar los platos rotos.
Cristina quedó ahí, desecha, sin saber que hacer, en bata, en uno de los oscuros corredores del Hotel que desde ese día, odiaría para siempre. Al rato se levantó desconsolada, pero con la certeza de que si ese man la dejo de esa manera, era por que no valía la pena; es mas afortunadamente no se caso con el, aunque no dejaba de estar terriblemente deprimida.
Pero ahora el problema era otro. Aunque no quisiera, le tocaba o irse para Cartagena con el Filipino o volver a su casa por que no tenía dinero, y el dichoso tipo se iba para Cartagena en unas horas. Entonces decidió lo peor, pedir cacao, es que la verdad después de semejante decepción no tenía ganas de irse con el culpable de que su matrimonio, ya no fuera matrimonio.
Empaco maletas y salió del hotel sin acabar de entender lo que estaba sucediendo, y como la situación era tan injusta, nunca se tomo la molestia de aclarar lo sucedido, es mas no tenía por que, es que nada era cierto. Tomó un taxi y se fue para su casa.
Cuando llego, el susto de su mama no tuvo límites. Y el regaño de su papá, concluyó en que la enviarían de regreso a Boston.
Cristina, aceptó sin reparos, que mas da si ya no tenía a Julián, y aunque no quisiera volver le tocaba, es que ella sufría mucho por estar tan lejos de su país y de su familia, y peor ahora que la depresión no podía ser mas grande. Dicho esto subió a su habitación, al fin y al cabo, mañana sería otro día.
Cierto día, aún estando en Colombia, se dirigía al banquete de la UNO, sin pensar que ahí, cambiaria su vida para siempre.
Cristina formaba parte de esos movimientos contra la oligarquía, la carestía nacional, y el UNO, unía a todos los movimientos de oposición similares de la época.
Cuando llegó, con su traje negro largo y su pinta de “Vamp” de los 50s, y sus dedos llenos de anillos de oro labrado, Cristina llamó la atención de todos. José maría su amigo de toda la vida, la tomo de la mano y la llevó hacia una esquina donde un grupo de personas rodeaban en círculo a alguien. Una vez ahí le presentaron a una persona bien extraña, que se hacía llamar “Filibon el Evangelista”. Un hombre de aspecto extraño y pinta de predicador intelectual, que al igual que ella, llamaba la atención de todos, que nada tenía que ver con el ya casi olvidado Julián. Definitivamente, fue amor a primera vista.
Pasaron los días, y Cristina fue aplazando su viaje, con miles de excusas solo por estar con Fernando, por que ese era el nombre de su eterno enamorado que luego no sería tan eterno. Esta idealista pareja, conformó un grupo llamado Abril Fresa, movimiento hecho en honor al Septiembre Negro, movimiento anarquista francés.
Abril Fresa era la unión de un grupo de amigos entre ellos Arnulfo Valencia, José María Borrero, Fernando y Cristina. Todos sus proyectos tenían fines revoltosos, y algunos de los mas importantes eran: El derecho a la pereza, algo así como el día del trabajo, pero al revés. Para homenajear este día, tenían el extraño propósito de bombardear con harina toda la zona industrial de Acopi en Cali, para demostrar que un elemento como la harina, valía mierda.
Este controvertido grupo, lleno de sueños, tenía muchos proyectos, los cuales iban en contra de todo, pero no tuvieron mucho éxito ya que no contaban con dinero suficiente para hacerlos realidad. Otros importantes proyectos algo ingenuos como el día de la pereza, era bombardear con mierda de perro toda la ciudad de Cali, derretir sus estatuas, pero, desafortunadamente cuando llegaron con los químicos a derretir a Sebastián de Belalcazar, ya la policía los estaba esperando, y por esto les toco pagar varias horas de cárcel. Todo les salía en pocas palabras, desastroso.
Uno de los movimientos que si les dio resultado, por no decir el único, fue la manifestación en la plaza de Caicedo, cuyo objetivo era rendir homenaje al nadaismo. La manifestación era lo mas parecido a un circo, Cristina vestida de hombre, para que no la reconociera nadie con una gallina viva en la mano. Fernando, vestido de payaso con un trapeador en la mano. Adelante iba José María Borrero uno de los del grupo abril fresa, con un rollo de papel de veinticinco metros que contenía un discurso de seis o siete mil sustantivos, es decir, nada. Junto a toda esta locura, iba todo un séquito de locos y gamines a los cuales les pagaron para que los acompañaran.
Llegaron a la plaza de Caicedo, Fernando subió a la tarima, y citando a Nietszche dice: “Escribe con sangre y aprenderás que la sangre es espíritu”.
Cristina sube a la tarima, Fernando toma la gallina y le corta el cuello, cristina baja. José María sube, lee uno que otro sustantivo y vuelve a bajar. Así todos dan la vuelta y se regresan por donde llegaron, dando fin a la manifestación, la única que les dio resultado con el poco dinero que tenían.
Transcurrieron los días entre proyecto y proyecto, fracaso y fracaso, cuando a Cristina le prohibieron salir hasta que llegara el día del viaje, esto quería decir que el viaje no se aplazaba ni un día mas. Cristina busco a Fernando para contarle lo sucedido, entonces toman la decisión de irse de Colombia a recorrer Suramérica.
Acordaron reunir todo el dinero que pudieran durante unos días y luego encontrarse en el aeropuerto Palma seca en Cali. Cristina decidió que se iría sin importarle nada.
El 14 de Julio de 1974 Cristina dejó su casa para irse a aventurar con un hombre que apenas conocía, con cincuenta mil pesos en el bolsillo, y con la idea que de amor se podía vivir. Se encontraron en el aeropuerto pero como no tenían plata para ir en avión se tuvieron que ir en bus, así que partieron para el terminal de transportes.
Durante días viajaron hasta llegar a Lima Perú donde previamente habían decidido que se iban a suicidar, frente a la estatua de Cesar Vallejo, heredero de los poetas malditos. Pero por esos días, Cristina se dio cuenta que estaba embarazada, así que no había manera de rendirle tributo a Cesar Vallejo. Por lo menos no con la vida; además por esos días la plata se les estaba acabando.
Entonces decidido, volverían a Colombia, pero antes cumplirían con su promesa, o por lo menos con algo parecido. Como no se podían suicidar, no con un hijo en camino, realizaron un pacto de sangre. Cristina se hizo unas cortadas en la muñeca y Fernando se hizo una m de muerte en el pecho, luego juntaron las dos cortadas, y fue así como se casaron, muy a su manera.
Hecho este pacto, regresaron a Colombia a enfrentar la realidad que se les venía encima y que siendo tan jóvenes era tan difícil aceptar. A los días llegaron a Cali, con mucho miedo, pues ahora tenían un problema doble. Cristina como era de esperarse, no fue aceptada en su casa. Se fueron a vivir juntos. Para sobrevivir Fernando se metió a dictar clases de Filosofía en una universidad, y Cristina hacía Batics, una especie de Screen en tela que servía para decoración o adorno de la ropa.
Juntos consiguieron una casa en alquiler, y ahí pusieron un bar llamado La Cábala Ci-Git, que significaba congregación y ci-git, no significaba nada, en honor al Nadaismo.
La especialidad eran los tangos y los vinos. Ese Bar como todo en esa época, fue en términos de mercadeo y administración un rotundo fracaso, ya que iban todos sus amigos y rara vez pagaban.
La preocupación de los dos iba aumentando con los días, la barriga de Cristina crecía y la verdad no había plata para pagar la Clínica, es mas, hasta el último día no tenían un centavo.
Llegó el día en que Cristina tendría a su bebe, corrieron a la clínica mas cercana que había, la Clínica de Occidente. La internaron y a Fernando le toco salir a ver que hacía para pagar. Como último recurso, tenía llamar a los papas de Cristina, pero por cosas mágicas del destino apareció en la clínica, Marisa, la hermana mayor de Cristina, que acababa de llegar de Boston, con su novio rico y pago los gastos.
Para saber algo de Cristina, tardaron dieciocho horas aproximadamente. Mas o menos como a la una de la tarde del 16 de Junio de 1975, salió el medico a decirle a Fernando que ya podía pasar a conocer a su bebe.
El entró al cuarto y vio a una preciosa niña, con una cabeza enorme, muy grande y muy linda, sin un solo pelo. El no podía creer que ya era papá. Voltea ver a Cristina y ella en medio de su cansancio le dice:
- Alejandra, se llama Alejandra- ☺
No comments:
Post a Comment